"Mi Gardel de cada domingo tomando mate en el patio junto al malvón" incluye hoy no solamente una breve anécdota con el gran maestro Jorge Luis Borges, sino la mención de un poeta colombiano hoy ya casi olvidado: Alejandro Florez Roa, quien lamentablemente vivió muy pocos años, a fines del siglo XIX.
Entre los exotismos que exhibe la discografía completa del Morocho, encontramos ni más ni menos que seis obras de origen colombiano, de las que acaso "Rumores" (en origen un bambuco que fue grabado como un tango), sea la más reconocida por los gardelianos.
Las otras cinco son: "Mis perros", "El vagabundo", "Mis flores negras", "El brujo" y "Asomate a la ventana". Esta última justamente, sobre versos de Florez.
El historiador "paisa" Luciano Londoño López, refiere un hecho muy particular acontecido un 18 de noviembre de 1978, cuando luego de una conferencia brindada por Jorge Luis Borges en la ciudad de Medellín, algún desprevenido pensó que era una buena idea llevarlo al maestro de visita por la "Casa Gardeliana" de esa ciudad, acaso sin conocer la tirria manifiesta de Borges para con todo lo que fuera el tango que sobrevino a ese otro tango, el la Guardia Vieja.
Sin embargo, y para sorpresa de todos, una vez allí, dice Londoño, "Borges pidió que le interpretaran "Serenata", el poema sobre cuyos versos Gardel grabara en 1920 la canción "Asomate a la ventana", y al escucharla dijo el maestro, que sus últimos versos eran unos de los más bellos que él había conocido:
"levántate de tu lecho / y sabrás cuánto te adoro, / y sabrás cuánto te adoro. / Las calles están desiertas, / las nubes vagan perdidas, / y las estrellas despiertas / y las estrellas despiertas."
Asomate a la ventana...
Y chupate esta mandarina.
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