Ir al contenido principal

Entradas

GARDEL, ESE MUCHACHO QUE SE LAS SABE TODAS

De entre toda la insuperable literatura borgiana, siempre vuelvo a solazarme con aquella genial introducción del relato "El atroz redentor Lazarus Morel" que da inicio al libro "Historia universal de la infamia". Para resumir, Borges refiere allí - echando mano a su deslumbrante naturaleza irónica - aquel episodio en el que a principios del siglo XVI, el dominico Bartolomé de las Casas le envía una carta al entonces emperador Carlos V narrándole las penurias de "los indios que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas." Borges, estableciendo parámetros de razonamiento dialéctico, dice allí que "a esa curiosa variación de un filántropo debemos infinitos hechos". Por ejemplo, entre otras cosas que enumera el Maestro, están "los blues de Handy", "los quinientos mil muertos de la Guerra de Secesión", "la estatua del imaginario Falucho" (¡Ja!, qué culeado), "la habanera madre del tango&
Entradas recientes

DE CUANDO BORGES AMÓ A GARDEL EN MEDELLÍN

"Mi Gardel de cada domingo tomando mate en el patio junto al malvón" incluye hoy no solamente una breve anécdota con el gran maestro Jorge Luis Borges, sino la mención de un poeta colombiano hoy ya casi olvidado: Alejandro Florez Roa, quien lamentablemente vivió muy pocos años, a fines del siglo XIX. Entre los exotismos que exhibe la discografía completa del Morocho, encontramos ni más ni menos que seis obras de origen colombiano, de las que acaso "Rumores" (en origen un bambuco que fue grabado como un tango), sea la más reconocida por los gardelianos. Las otras cinco son: "Mis perros", "El vagabundo", "Mis flores negras", "El brujo" y "Asomate a la ventana". Esta última justamente, sobre versos de Florez. El historiador "paisa" Luciano Londoño López, refiere un hecho muy particular acontecido un 18 de noviembre de 1978, cuando luego de una conferencia brindada por Jorge Luis Borges en la ciudad de Medellín

GARDEL, GOETHE Y EL SUSTRATO ESENCIAL DEL TANGO

Algo que me quedó por decir ayer, 24 de junio, sobre Gardel (siempre quedan cosas por decir de Gardel) se relaciona con una idea que vengo elaborando de hace algún tiempo a la fecha. "Gardel inventó la manera de cantar el tango", suele decirse en ruedas de amigos, o incluso en ámbitos académicos, Una afirmación que desde ya, jamás me atrevería a desmentir, todo lo contrario. Sin embargo, creo que el Morocho fue mucho más que un inventor de estilos interpretativos (algo que en sí constituiría una enormidad si se tratara de eso solamente). En mi posteo anterior de Facebook mencioné, acaso muy vulgarmente, de qué modo seleccionaba las obras que pasaban por su voz para ser grababas. Por un lado, muchos registros "olvidables" de Gardel no son otra cosa que el resultado de algún favor desinteresado para con alguno de sus amigos, o simplemente para quedar bien con alguien. Por el otro, la mayoría de los tangos que graba desde 1917 hasta principios de la década del ’30, es

REQUIEM PARA NOSOTROS MISMOS

Qué difícil. Los compañeros, los amigos, que creen que a uno le brotan así porque sí las palabras, me han pedido que escribiera unas líneas. Qué difícil che… Quisiera decir tanto, y sin embargo no se ni cómo ni por dónde empezar. Pero arranco. Hago como si pensara en voz alta, y no les prometo nada mis queridos hermanos de Utopías. Es que hay golpes en la vida, tan duros, yo no sé, golpes como esta noticia que me clava de trompa en el suelo, otra vez, como un amargo dejá vu de angustia inconcebible. Digo dejá vu, porque esta angustia es la misma que ya otras veces me ha paralizado la lengua, los dedos, la rabia, en fin… Una rabia que debería sublevarme ante el dolor en lugar de reaccionar como un marmota, dejándome mudo, como un abombado que no puede (o que no quiere) creer que es cierta la noticia que le están contando.  No les prometo nada, compañeros. Pero intento reponer mis rodillas en línea, ya de pie sacudirme el aturdimiento, apoyar mi espalda sobre las cuerdas y entonces ir ha

Odnazhdi (Érase una vez)

“¡Dios mío! ¡Qué triste es nuestra Rusia!” (Aleksandr Sergeievich Pushkin) Q UE MOSCÚ ESTÁ CUBIERTO DE NIEVE Me han dicho que al borde del camino nace un bosque y que acaso más allá del bosque, un río se ha hecho piedra. Yo solamente veo nieve sobre nieve. Ni camino, ni bosque, ni río, ni techos, ni ventanas, ni relojes. Sólo nieve sobre nieve. Un día más sin saber adónde se ha ido el mundo. Moscú, Rubliovsky Kvartal, Febrero de 2009 --------------------------------------------------------------------------------------- P ERROS DE RUBLIOVO Hay que temerle a los perros del bosque de Rubliovo. No son perros. Tampoco lobos. Como decirlo... Tienen cinco patas, un séquito de cuervos blancos y una soledad muy parecida a esos colmillos que les crecen desde el vientre. Hostiles. Casi perros. Casi lobos. ¿Quién puede saber qué cosa son? Comen lo que pueden: una mano, los ojos de la luna, un

La Mancha

En algún lugar de la soledad de cuyo nombre no quisiera olvidarme, me pidió desesperada y por favor, que de prisa me bajara del infortunado caballo y volviera a ser Quijano. Todo sucedió sin advertir yo, que era ése el preámbulo del fin. Allí donde está escrito de antemano que las cosas, una vez que dejan de ser lo que soñaban ser, mueren. O peor aún, comienzan a envejecer. Alejandro Szwarcman, de "Poemas y otros atajos"

El sainete del Diablo

EL  SAINETE   DEL   DIABLO   (Tango) (Música Franco Luciani/Letra Alejandro Szwarcman) Fisurao', con un vino toraba, en la ochava y armándose un faso murmuraba pa'dentro un fracaso como quien se cuenta a sí mismo un dolor... Me arrimé para ver qué decía aquel flaco tirao' en la vereda y asombrao' me di cuenta que el quía que se confesaba con pena era Dios... No sé cómo entender por más que quiero este  sainete  de malandras y muleros,  al usurero y su oro vil, al chupasangre y al servil, al indecente... que miente y miente. ¡Mirá, no ves, qué flor de gil, qué pobre otario! el que creyó que la verdad está en los diarios. ¡Qué estupidez, cuánta maldad! la Tierra está en liquidación y el hombre en guerra con su propio corazón. De asesino te acusa el que mata. De haragán, el que a otros explota. Al que sabe lo toman de idiota y al burro lo visten de sabio doctor. Si parece Sodoma y Gomorra este vértigo de