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Entradas

Chuang Tzu en Villa del Parque

Soñé que un golpe de sueño me arrojaba del colectivo a una ventana del Bar Tokio.   En un rincón de aquel ajedrez dispar que dibujaban las baldosas bajo las mesas del boliche, me encontré como un alfil abandonado, gravitando, solo, con la mirada puesta en la farola de la calle Álvarez Jonte. Alguien o algo (acaso lo mismo que me puso allí) me hablaba al oído con las siete voces de las siete cabezas de la Hydra. Yo no entendía bien de qué se trataba, ni qué cosas rumoreaban esos ecos cavernosos, yendo y viniendo, chocándose entre sí, entrelazándose, como si fueran fantasmas cegados por la penumbra. Presuntos nombres de mujer, países y pájaros irreales, seres que jamás había visto, flotaban a mi alrededor con ese vértigo que de un momento a otro se está por desplomar sobre el tiempo incierto. De pronto, la súbita revelación de un acento galaico se mezcló en medio de aquel tumulto sonoro y me interrogó severo. Después de dudarlo apenas, comprendí que su pregunta era un...

Padre

Ese hombre no es más viejo que yo pero ahora es mi padre Una torpe sincronía de Dios un error de cálculo una órbita extraviada del tiempo o del espacio lo puso aquí con su idéntico cansancio de feria su Beethoven ambulante y esa misma mirada de pipa detrás de su bigote y del nimbo de sus lentes Tengo ganas de acercarme besarle la mejilla en puntas de pie y preguntarle ¿Qué hacías papá? No es ésta tu estación ni es éste el vagón de las 18:15 Mamá ya no te espera y nuestra casa ya no existe Pero quisiera yo (al menos por última vez) hundirme en el nido de tus manos y escuchar tu rezongo (al menos por última vez) ¡Cuándo vas a aprender hijo! Todos los símbolos de una vida pueden caber en el trazo familiar de una cara Pero ese hombre no es más viejo que yo y tampoco puede ser mi padre Mi padre murió hace tiempo Alejandro Szwarcman (de "Poemas y otros atajos", año 2013)

Reportaje a Héctor Negro

Allá por agosto de 2006, visité a Héctor Negro. A Héctor lo estaban por distinguir con un reconocimiento en la Academia Nacional del Tango y había llegado hasta su casa de la calle Holmberg porque una revista me había solicitado un reportaje que finalmente, nunca se publicó. La revista tampoco. A pocos días de su partida y revisando viejas notas en archivos y en correos electrónicos, hallé casi providencialmente esta nota. Mientras iba releyéndola, confieso que por un momento perdí la noción de la realidad, casi sintiendo que estaba otra vez con Héctor, conversando en la mesa del Tortoni, escuchando sus anécdotas con asombro. Hay fotos, papeles, borradores y archivos que duermen por mucho tiempo en los cajones o en las computadoras sin saber por qué motivo uno los guarda.  He sentido pues, que algo parecido al destino me dice ahora que finalmente aquel diálogo merece ser publicado, y que muchos estarán interesados en compartirlo.  (Alejandro Szwarcman) Creativo, inquiet...

Homero Expósito y el color del mate amargo

“Trenzas / seda dulce de tus trenzas…” (Homero Expósito) ¿Cuánto tardaron las letras de los tangos en ascender desde la caricatura rufianesca de cafishos y patrones de esquina, hasta el ápice más alto de su verbo poético? ¿Cuánto tiempo le llevó al tango pasar del folletín canfinflero a esa construcción retórica superior, expresión metafísica del hombre común de la ciudad…? Cuarenta y cuatro años, sería una respuesta posible. Es decir, el período que va desde la aparición del tango “Don Juan, el taita del barrio”(1900), de Ricardo Podestá, hasta “Trenzas” (1944), de Homero Expósito. Ese proceso dialéctico de incorporaciones, de avances y de retrocesos, de acumulaciones y de saltos, por supuesto,    no se produjo de un día para otro. Según el enfoque, podría decirse que la audacia retórica de Homero Expósito fue antecedida por otras audacias    acometidas por muchos otros letristas y algunos pocos poetas volcados al oficio de letrista. En es...

El ser o no ser de Luigi Tenco

“¿Quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete?” (“Hamlet”, William Shakespeare) “Pensé en no verte y temblé” (“Malevaje”, de Enrique Santos Discépolo) Cuando allá por diciembre de 1965 Juan Carlos Mareco abrió la noche de “Casino Philips” en el viejo Canal 13 anunciando la presentación de Luigi Tenco, casi nadie o muy pocos, advirtieron que aquel italianito tímido, de aspecto gris y mirada melancólica oriundo del Piamonte, se convertiría muy pronto en un mito trágico y probablemente para quien escribe estas líneas, en la figura más importante de toda la canción italiana de post guerra. Aquella fue la primera, y resultó ser la única vez, que Luigi Tenco se presentó en la Argentina. Como tantas paradojas que...

EL ULTIMO

Si es que finalmente hay que creer todo lo que publican los diarios, entonces es verdad que el pasado 31 de mayo murió Rubén Juárez. Uno quiere pensar que es otra mentira de la prensa amarilla, otra broma de mal gusto de algún cronista inescrupuloso. Pero no, era cierto nomás. He intentado en estos días una y otra vez iniciar algo parecido a una nota o a una catarsis, y con sinceridad espero, que la congoja y el desconsuelo no me impidan ahora sí, concluir esto que por lo menos, aspira a ser un humilde homenaje disfrazado de texto. Talentos como el del Negro no admiten medias tintas o consideraciones tibias y no podré ser objetivo, por supuesto. Hasta sospecho que seré injusto. Pero la sensación que tengo es que su partida ha clausurado una compuerta que el tango no podrá volver a abrir. Para usar una metáfora boxística muy fatigada pero muy afín a los porteños, siento que la Muerte puso al tango de knock-out. Esa es mi sensación. Se ha ido el último. Se ha ido aquel que e...

AEDOS

AEDOS Se me ocurre una tonta paradója: en griego el vocablo aoidos no es sinónimo de órgano auditivo. Aoidos en griego significa cantor. De allí deriva el término aedo. ¿Y qué es un aedo?. En la antigua Hélade , un aedo era un poeta que componía y cantaba sus propios versos acompañado por un pequeño instrumento de cuerdas. Por ejemplo, Homero fue un aedo que compuso y cantó allá por el siglo IX antes de nuestra era unos poemas épicos que hasta el presente son considerados dos monumentos de la literatura universal: La Illíada y La Odisea. Los aedos recogían lo mejor de las tradiciones orales de sus pueblos para luego transformarlas en sustancia escrita o cantada. No cabe duda de que la actividad de los aedos se convirtió en un factor de gran importancia en la construcción de la identidad cultural de aquellos pueblos de la antigüedad. Un aedo nacido en esta tierra, Héctor Chavero , salió hace mucho a transitar el país de adentro, a escuchar las voces de la gente para tam...